El 21 de junio, el solsticio de invierno marca un hito en el calendario de la cultura andina. Es la celebración del Inti Raymi, imprescindible para sumergirse en las raíces de las civilizaciones americanas. Para la tradición incaica, este es el día en que se celebra el descanso de la Tierra, la esperanza de la primavera, la época de cultivo y la promesa de futuras cosechas.
El Inti Raymi era el más importante de los cuatro festivales celebrados en Cusco, capital del Imperio Incaico. Significaba el inicio de una nueva etapa en el tiempo circular inca, su celebración duraba 15 días en los cuales había ceremonias, danzas y sacrificios.
La celebración fue prohibida por el virrey Francisco Álvarez de Toledo por considerarla contraria a la fe católica, pero se siguió realizando de manera clandestina. En 1944, Faustino Espinoza Navarro ejecutó una reconstrucción histórica del Inti Raymi y la ceremonia volvió a ser un evento público de gran atractivo turístico.
La celebración se repite en casi todo el norte argentino, en Huacalera, Jujuy donde un reloj de sol marca el sitio exacto por donde pasa el Trópico de Capricornio, en Aimachá, provincia de Tucumán, en el Parque Nacional Los Cardones en Salta . Pero es en la provincia de Catamarca, en el Valle del Yokavil, donde se encuentra Fuerte Quemado, que fue parte del Imperio Inca y funcionó como un lugar de administración y producción (de chicha e hilado). En lo alto del cerro el Inti Watana, una ventanita construída de pircas, un reloj solar que organizaba el trabajo y marcaba las fechas festivas. Desde los tiempos de los incas hasta hoy cada 21 de junio, a las 8.24 cuando los primeros rayos solares del invierno pasan por el centro de esta ventanita, se da inicio aquí a la gran fiesta del Inti Raymi. Más de quinientos años han transcurrido y la magia continúa…
Entre cantos y rituales, los rayos del sol son recibidos repitiendo ceremonias antiguas, mientras se purifica y se liba la chicha de maíz, a modo de ofrenda al dios Sol, a las montañas y a los cuatro puntos cardinales. Así se anuncia –y se recibe- el nuevo año andino que marca el comienzo de un nuevo ciclo productivo. Luego, entre bailes y cantos ancestrales, se realizan representaciones de las que participan los propios pobladores. Esta Fiesta del Sol da marco también a exhibiciones de artesanías locales y regionales, y lo mejor de la gastronomía autóctona que se elabora, como antaño, con ingredientes típicos como la quinua, la papa colla, la quiwicha y la carne de llama.
A partir de aquí, los días comienzan a hacerse más largos,
y con ellos viene la luz, el calor y la vida.
Así, con el comienzo de un nuevo ciclo productivo se celebra el año nuevo andino…