Hay lugares donde las tradiciones se viven con tanta intensidad que contagian, y Capioví, en el corazón de Misiones, es uno de ellos. Así como en Navidad se transforma en un pueblo de cuento con muñecos gigantes y luces por todos lados, en Pascua vuelve a hacer magia: conejos enormes, jardines de flores blancas, y una decoración que parece salida de una película.

Todo hecho con materiales reciclados.
Charlamos con Carolina Ramos, directora de Cultura y Turismo de Capioví, que nos contó que detrás de todo este despliegue hay un equipo que trabaja durante todo el año. No es una exageración: apenas terminan de desarmar lo de Navidad, ya están metidos de lleno con la Pascua. Y después de Pascua, se viene la Fiesta del Turismo Rural en julio, también con decoraciones temáticas. Y así, en un círculo creativo sin pausa.
La clave está en cómo lo hacen: el 80% de las figuras están hechas con materiales reciclados. Botellas de plástico, bolsas de leche, tapitas, gomitas de bidones… todo se reutiliza para darle vida a los personajes que decoran cada rincón del pueblo. Por ejemplo, los pompones de las colas de los conejos son esas gomitas que vienen en los dispensers de agua. ¿No es genial?
Pero claro, no es solo el equipo de decoración el que se pone manos a la obra. Todo el pueblo participa: hay canastos gigantes distribuidos por Capiobí para que los vecinos dejen sus botellas y materiales. Cada lunes, la gente deja ahí todo lo reciclable del fin de semana. Después, el equipo se encarga de lavarlo, clasificarlo y convertirlo en arte.

Y si hablamos de conejos… hay muchos. ¡Muchísimos! Desde figuras de un metro y medio hasta algunos de tres metros que dan la bienvenida en el portal de acceso. Este año, incluso decoraron una rotonda con flores blancas y conejos colgados de hamacas, que con el viento parecen flotar.
Obviamente, los chicos son los grandes protagonistas de esta celebración: todos los fines de semana aparece el Conejo de Pascua en su casita para las fotos, hay un espacio llamado Mundo de los Peques donde pueden pintar cascaritas de huevo o hacer dibujos, y el plan familiar se completa con juegos, meriendas, y ese aire de fiesta tranquila que tanto se agradece en Semana Santa.
¿Y qué más se puede hacer en Capioví?
Mucho. Porque a la propuesta estética se le suma naturaleza, historia, astroturismo y gastronomía. Podés visitar el Salto Capioví, un parque natural bellísimo a solo 100 metros de la Ruta 12, o pasar por el observatorio astronómico, el museo, la Casa de los Abuelos, y disfrutar de los patios gastronómicos y ferias de artesanos que se arman cada fin de semana.

Entre las comidas más típicas está el reviro, una receta muy local hecha con harina, agua y huevo, que se puede comer dulce o salado, tipo cereal o acompañado con salsa. También hay asado con mandioca, tortas fritas, y otras delicias regionales.
Y si llegás a ir el Viernes Santo, no te pierdas el Vía Crucis organizado por la parroquia San Luis Gonzaga, que termina con una puesta en escena de la crucifixión en el escenario principal. Es un momento realmente conmovedor.
¿Dónde dormir?
Capioví tiene unas 300 plazas disponibles para alojamiento, y si se llena, el municipio trabaja en conjunto con localidades vecinas como Ruiz de Montoya, Jardín América o Puerto Rico (Misiones, claro), para que nadie se quede sin lugar. Y si estabas pensando en ir a las Cataratas para Semana Santa, te contamos que Capiobí está a solo 180 km de Puerto Iguazú: una escapada perfecta para combinar en un viaje por Misiones.

Hay muchas formas de vivir la Semana Santa, pero en Capioví la propuesta es diferente, llena de color, compromiso con el ambiente, y sobre todo, con una gran cuota de imaginación. Y como si fuera poco, todo acompañado del calorcito misionero, esa amabilidad que siempre te hace sentir en casa.
Así que ya sabés: si querés vivir una Pascua distinta, poné Capioví en el mapa.